Todo poder, se criminaliza, en tanto y cuanto pueda tener control del poder, en todas sus variantes y su crimen: queda impune.

En un sistema totalitario, la ley se convierte en algo inútil. En el caso de la Italia fascista, a pesar de las presiones de algunos grupos del partido, se mantuvo la ficción de la Jefatura del Estado en la Corona, pero se trataba de un simple maquillaje, desprovisto el rey de cualquier recurso. Por su parte los nazis ni siquiera se molestaron en derogar la constitución de Weimar (1919), ni tuvieron el más mínimo cuidado en evitar que sus leyes fundamentales —conocidas como leyes de «Nuremberg— conculcaran la constitución, y en esa vía no respetaron luego sus propias leyes. Otro ejemplo de un estado de ilegalidad es viendo el proceder de Stalin (1878 – 1953) quien, casi sacralizando la burla de la ley, promulgó la constitución de 1936 que garantizaba ciertos derechos, en coincidencia con las grandes purgas que suponían su negación.
Mayor gravedad representó el cambio en el concepto…
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